Fin de semana de chicas

Necesitaba recargar pilas. Hablar por los codos, reir, estar en buena compañía, subir el ánimo… ¿hay algo mejor que un fin de semana de chicas?

Pasar de los horarios, desayunar hasta las 4 de la tarde, nadar en el Danubio, patatitas y cerveza hasta que se vaya el sol, cenar, beber vino, sesión de maquillaje, beber más vino, chismorrear, beber más vino, reir hasta que el cuerpo aguante…

No madrugar, repetir desayuno interminable, salir a dar un paseo al sol… y que te pille la mayor tormenta de verano jamás imaginada. O no. Pero la más fuerte que imaginamos que nos pillaría, sí. Y volver descalzas por la carretera. Que la ropa no admita más agua…

Y que sin llegar a casa ya esté dando el sol tan fuerte que casi te seque la ropa.

Y fregar las inundaciones del salón. Y alegrar las penas (o no tan penas) con la última botella de vino, comida-merienda improvisada y más chismorreos.

Es lunes, pero no me quito la sonrisa de la cara. ¿Por qué será?